La discusión sobre el mercado de alquiler lleva en los últimos meses al diagnóstico de que estamos ante una nueva burbuja. Se equipara así esta situación de alza de precios a la experimentada por la vivienda durante la burbuja inmobiliaria que pinchó con la crisis. Son situaciones distintas, y puesto que no se trata de una subida desmesurada de un activo de inversión, llamarlo burbuja no aclara demasiado el fenómeno para quien lo quiera entender. Lo explica aquí el economista José García Montalvo:
El mejor indicador de la ausencia de burbuja es precisamente otra “burbuja inmobiliaria” de la que se habla mucho recientemente: la mal llamada “burbuja del alquiler”. Desde el punto de vista económico no tiene sentido hablar de burbujas en la rentabilidad de un activo, en este caso la vivienda. De hecho uno de los indicadores más claros de la burbuja del pasado, además del espectacular crecimiento del crédito, era precisamente la baja rentabilidad del alquiler. En el peor momento llegó a estar por debajo del 2%. ¿Por qué alguien querría pagar un precio astronómico por viviendas con una rentabilidad tan baja comparada con otros activos en ese momento? La única explicación era la expectativa de que los precios siguieran subiendo sin límite, y se realizaran ganancias de capital en la venta. ¿Por qué comprar en lugar de alquilar, y poner el dinero en el banco al 5%? Pues por el temor a que los precios siguieran subiendo y no poder comprar en el futuro.
Burbujas a pares (El País, 13-02-2018)