14 septiembre 2008

Si el dinero huye, el precio baja

Vean el análisis de la periodista Fiona Maharg-Bravo en las páginas del suplemento económico de "El País", sustentado en una sencilla tesis: "cuanto más rápido caiga el precio de la vivienda, más rápida será la recuperación". Quizás a muchos lectores dominicales habrá incomodado esta falta de fe en la capacidad de recuperación del sector inmobiliario (sin pasar por la "solución traumática" de la bajada del precio) tras años creyendo en su supuesta solidez.

Los promotores inmobiliarios españoles sienten el dolor causado por el estallido de la burbuja de la vivienda. Las ventas de casas se están desplomando, con lo que está desapareciendo el efectivo que tanto se necesita para pagar las deudas. Al Gobierno español se le han ocurrido dos medidas más para intentar ayudar. Pero no tendrán mucho impacto, porque el inflado mercado de la vivienda español tiene demasiados problemas como para que la solución sea rápida.

Zapatero ha prometido a los promotores 3.000 millones de euros para refinanciar préstamos existentes. El objetivo es darles acceso a financiación a más largo plazo hasta que el mercado se recupere. A cambio, los promotores deben alquilar las viviendas, algo que el Gobierno espera que estimule el anémico mercado de alquiler.

Pero los 3.000 millones del Gobierno son una gota en el océano frente a la enorme reserva de casas sin vender. Con un precio medio por vivienda de 200.000 euros, y asumiendo que están financiados al 50% con deuda, el dinero del Gobierno sólo afectará a 30.000 viviendas. Es equivalente al 3% del millón de casas sin vender que UBS calcula que andan por el mercado. (...)

La triste verdad es que la burbuja inmobiliaria española es demasiado grande como para encontrar una solución sencilla. El sector necesita una dolorosa reestructuración. Los precios de las viviendas se han triplicado en una década. Su reducción devolverá el equilibrio al sector. Cuanto más rápidamente caigan, más rápida será la recuperación.

"Como una casa ardiendo", Fiona Maharg-Bravo (El País, 14/09/08)

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